Si tu hijo es de los que se enfadan cuando pierden, si abandona el juego o hace trampas, si se entristece e incluso se vuelve agresivo, te está diciendo a gritos que necesita ayuda para aprender a perder. Ahora que es pequeño es fácil cambiar esa actitud. Si no lo haces, puede crecer inflexible y competitivo y eso le afectará a su relación con los demás.
Cinco pautas básicas:
- Vigila el ejemplo que le das. Si quieres que aprenda a jugar y a perder con deportividad, ¿por qué gritas y vociferas delante de la televisión, durante un partido de fútbol?
- Deja que experimente la sensación de perder. Ha de entender que perder es parte de la vida y que ha de aceptarlo. Verbaliza sus sentimientos para que los acepte: “Vaya, veo que no te gusta perder, lo entiendo. ¿Cómo te sientes?”.
- Como tu hijo es muy pequeño y no entiende las reglas del juego (o no le interesan), deja que invente sus propias normas para que juegue solo por divertirse.
- Trata de elegir juegos en los que no se gane y se pierda sino donde se diviertan todos. Los mejores: los juegos en equipo.
- Tanto si ganas como si pierdes, enséñale a hacerlo con sentido del humor y deportividad:
- Cuando ganes: “Vaya, casi, casi me ganas, cada vez es más difícil ganarte…”
- Cuando pierdas: ¡He perdido pero me lo he pasado genial jugando contigo!
Aprender a perder en el juego es un entrenamiento previo a las pérdidas con las que se encontrará más adelante tu hijo en la vida. Puedes transformarlas en un aprendizaje significativo que le permita aprender a reírse de sí mismo, a superar adversidades y aceptar frustraciones. Le preparará para aceptar normas, respetar las necesidades de los demás y exigirse así mismo.
No ganar en los juegos con los amigos o en el deporte nunca es un fracaso. Es una oportunidad para enseñar a nuestros hijos a crecer y modular su personalidad.
Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos.com